La última moda entre
quienes compran propiedades en el sur de Italia no son las villas rústicas o las
casas rurales, sino unos antiguos cobertizos de campesinos que no estarían fuera
de lugar en una escena de El Señor de los Anillos.
Los trullos (trulli, en italiano) son característicos de la
región de Puglia -el tacón de la bota de Italia- y, de hecho, sólo existen en
el Valle de Itria. Son edificios redondos de piedra caliza, con tejados cónicos
que combinan su función histórica con un aire mágico.
Desperdigados en el paisaje, aislados o agrupados, con un
cono y hasta una docena de ellos, parecen castillos rústicos en miniatura, como
los de los cuentos de hadas. Es como si Asterix se metiera en el mundo de
Disney.
Su humilde encanto de los cobertizos enamora.
Originalmente no eran más que casuchas usadas por los
campesinos para guardar sus herramientas o cobijar a los animales y están
fabricadas con la misma técnica de piedra que se usa para los muros que
demarcan los olivares.
No tienen cemento, simplemente consisten de piedra caliza de
la zona cortada en bloques grandes y pesados llamados chiancarelle que
se colocan cuidadosamente para hacer la perfecta estructura hermética.
Se dice que allá por el 1600, cuando había un impuesto para
las construcciones nuevas, los vecinos de la zona construían los trullos para
poderlos desmantelar cuando llegaran los inspectores y volverlos a construir
una vez que se hubieran ido.
El renacimiento del trullo
Originalmente, los trullos les servían a los campesinos como
cobertizos.
Mientras los vemos, el agente inmobiliario Alessandro
Melpignano nos habla entusiasmado del renacimiento del trullo. Se convirtieron
en casas de vacaciones de moda cuando los Trullos de Alberobello fueron
designados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996.
"Ahí es cuando el mercado realmente despegó",
explica. Los primeros que vinieron a comprar fueron los alemanes, pero se
cansaron rápidamente de los robos que ocurrían en las residencias. Los
británicos les siguieron de cerca.
"Pero ellos se han quedado", afirma Melpignano.
"Y siguen comprando. Los vuelos baratos a Bari y Brindisi ayudan a que
sigan viniendo".
Renovar un trullo cuesta cerca de US$20.000.
Los trullos necesitan renovarse cada 100 ó 150 años. Toma
cerca de un mes reconstruir el cono y cuesta cerca de US$20.000.
¿Hay expertos para renovar y reconstruir los trullos?
"¡Oh, sí!", dice sonriendo. "Les llaman trullaros, y yo conozco
a un maestro trullaro."
A la mañana siguiente voy a buscar a Giovanni d'Errico y lo
encuentro, como era de esperar, construyendo un trullo.
Si hay alguien que encaja en esa tarea es d'Errico, que
tiene un parecido asombroso con un Hobbit.
Me cuenta que siempre ha sido un apasionado de los trullos,
pero que cuando era joven a nadie le importaban. "Estaban prácticamente
abandonados, en ruinas. La gente los veía como cobertizos para los
pobres".
"Me hice trullaro hace unos 20 años. Antes era albañil.
Cuando comencé, sólo quedaba un trullaro en esta zona. Era una profesión en
extinción. Ahora somos muchos".
Me pregunto si d'Errico piensa que los turistas están locos
por enamorarse de unos viejos cobertizos de campesinos. Sin embargo, dice que
está completamente agradecido. "Nos dieron trabajo y un poco de bienestar,
hicieron que tierras abandonadas volvieran la vida".
"Aunque se ha ralentizado con la recesión y los altos
impuestos para los propietarios de casas, nuestra profesión continúa creciendo.
No hago una fortuna con mi trabajo pero me encanta. Es bonito que todo el mundo
quiera un trullo".
Para Giuseppe Miccolis, otro maestro especializado en
trullos históricos, "el problema es que cualquiera puede presentarse como
trullaro sin una formación oficial ni cualificación".
Miccolis, que viene de una familia de trullaros, se dedica a
esto desde que era pequeño. "Cuando tenía tres años, jugaba con las
piedras. A los 14 empecé a trabajar", afirma.
Considera su oficio un arte y una pasión. Pero eso está
mezclado con decepción y frustración. "No se trata sólo de los
autodenominados trullaros no cualificados, sino también de quienes los
construyen de manera ilegal sin respetar el paisaje".
Sin embargo, Miccolis está decidido a conservar su querido
oficio artesanal. Empezó llevando a los estudiantes en excursiones en las que
les enseñaba los trullos históricos y les explicaba y mostraba cómo se
construían.
"Espero inspirar a los niños locales a desarrollar la
pasión que pasó en mi familia de generación en generación. Voy a organizar
paseos para los turistas también", dice. "¿Por qué no vuelves a
uno?". Se me encienden los ojos. "¿Cuándo?".
Los trullos de
Alberobello
"Es una de las áreas urbanas mejor conservadas de este
tipo en Europa. Sus características especiales y el hecho de que las
edificaciones estén todavía ocupadas, los convierten en algo único.
También representa la supervivencia de unas destacables
técnicas de construcción prehistóricas.
Según la tradición, se obligaba a los colonos a construir
los muros de piedra seca para poderlos desmantelar rápidamente. Eso tenía dos
propósitos: los propietarios reacios podían ser desposeídos más fácilmente y,
después, podían evitar pagar impuestos en nuevos asentamientos. En ese caso,
las edificaciones podían ser reconstruídas igualmente de manera muy
rápida".
Fuente: UNESCO